domingo, 4 de julio de 2010

FERNANDO GARCIARRAMOS: bronce, arcilla, verso y pueblo.

Con mano paternal, como un tributo a la ternura, acaricia el recio mentón del busto de quien fuera el admirado amigo, mientras me hace ver, complacido, cómo en un lúcido instante, alcanzó a perpetuar el inolvidable gesto de aquellos ojos ingentes… cuando lanzaba su voz a los vientos… en un intento de atraparla por siempre para nuestra memoria. Inmortal efigie cantora de metal y fuego para aquella inolvidable voz convertida ya en el imperecedero aliento de un pueblo.
Como un altar a su memoria, preside la imagen de José Manuel González Mena el lugar donde Fernando Garciarramos acostumbra a sentarse para alumbrar sus ideas. Imperturbable amigo y consejero, parece acompañarle en sus reflexiones, amparándole con su mirar solidificado en bronce. Tintineos de certero cincel sobre metal sonoro, retumban aún en el aire de aquella mirada, confundiéndose en la vigorosa voz aún presente en el recuerdo.
Transitan sus inquietos ojos en derredor a su obra, como el niño que ansia atrapar todo aquel afecto para sí, cuando sabe ya, que no solo a él pertenece, sino a los corazones de todos cuantos le conocimos y añoramos. Y mientras contempla la noble faz del amigo, presencio conmovido como va musitando aquellos versos que tiempo atrás concibiera:
“…sólo tienes la montañas
y el cielo para soñar,
pero tienes al poeta
de las páginas del mar,
el de la calma en el alma,
el de la pena mortal,
quien siempre te ha cantado
y jamás te olvidará.”
(1)
Como alumno afortunado me conduce diligente por las calles laguneras, señalándome las más diversas cuestiones sobre las artes… la poesía, la arquitectura…y me ruborizo al percatarme de mi supina ignorancia. Porque Fernando Garciarramos es ante todo una generosa fuente del saber; un Aristóteles de nuestro tiempo, que en peripatética enseñanza, gusta de mostrar sus pensamientos y conjeturas a quien esté dispuesto a recibirlas.
Poeta de las letras y del espacio, Fernando Garciarramos encarna la esencia del humanismo universal que imprime la impronta de los grandes hombres de esta tierra.
Arquitecto, escultor y poeta, esculpe la piedra, el barro, la noble madera… y las palabras… como si de un mismo material se tratase, porque para él, nacen de un mismo impulso creador.
Al escucharle, compruebo sorprendido como esta vigorosa acción creativa fluye con claridad, no sólo desde unos eruditos niveles de pensamiento adquiridos tras una pródiga formación académica y multidisciplinar, sino también desde los más hondos sentimientos suscitados por la naturaleza de esta tierra y de sus gentes.
“ El arte en general, y la poesía en particular, ha de ser; más que significar…” afirma con rotundidad; y remata su reflexión argumentando: “… el poeta, por encima de todo, ha de vivir su poesía…”.
Esta misma contundencia en el ineludible apego a la realidad de su entorno, puede evidenciarse especialmente en toda su producción literaria. Nos viene a la memoria aquel maravilloso verso de la Canción de Chinamada:
“No es lo mismo ver la vida, que llevarla al hombro, hermano…”.
Porque Fernando Garciarramos es ante todo un poeta imbuido en la esencias de su tierra; a la que ama sin reproches, aún cuando, como bien afirma: “…los avatares cotidianos condicionan el quehacer artístico…” .
Visitador incansable de los más remotos rincones de nuestro archipiélago, ha venido desgranando un amoroso poemario de paisajes y paisanaje, confiriéndole la privilegiada credencial de poeta del pueblo. Convertida ya la poesía en cantar, arrumba de boca en boca… de alma en alma, como una pandemia incurable de inesperados beneficios para la dignidad y la identidad de un pueblo.
“ A mí, porque soy tu amigo,
me pediste una folía,
que fuera mía…
Por ser poeta te digo
que para el cantor escribo,
que con mi pluma y tu voz,
si es que no se opone Dios,
al pueblo bien llegaremos.
Juntos, amigo, marchemos.
¡Vayamos juntos los dos!
(2)
Fernando Garciarramos: cantor de cantadores, que, como serena lluvia desdibujando siluetas sobre el cristal, disipa su presencia en el anonimato ancestral de nuestro acervo popular. Inadvertido convidado en tantas y tantas coplas lanzadas al viento que alienta el sentir de su amado pueblo.
“ Del anochecer en la lenta oscuridad,
cuando todo pierda su vivo color,
tras el arrebol del crepúsculo final,
nos dará la luz solamente un gran amor”.
(3)
Porque Fernando Garciarramos confiesa no ansiar para sí más reconocimiento que el de sus amigos; a los que resguarda del olvido materializando su recuerdo en bronce, barro o piedra; efigies que si perdurarán, gracias a él, en nuestras calles y plazuelas.
Y aun así…sentado en su banco de escultor… mientras, con mirar perdido parece buscar respuesta en los modelos de arcilla de esos grandes hombres, lamenta con cierta tristeza e incomprensión, el porqué de algunos en mermar su ingente aportación literaria, por tan sólo dedicar un ínfimo espacio de su capacidad y saber, a la salvaguarda de nuestros valores tradicionales, dignificando nuestro folclore, y dignificándose a sí mismo, al reconocerse y ser reconocido por el pueblo que le vio nacer.
“ Hoy desato mi garganta
porque no puedo callar.
Tanto llorar…
La voz ya no se levanta
porque muere quien no canta,
quien no dice lo que siente.
Voy a llenar de simiente
todo el aire con que canto,
para no ahogarme en llanto
como se ahoga mi gente”.
(4)

(1) Poema a la Punta del Hidalgo
(2) Folias del cantor
(3) Zaranda del amor encendido
(4) La Laguna
Félix Román Morales para Artistasenred