“…Te llevo en el
corazón
porque en tus montes
y cumbres
dejé ilusiones
primeras,
mis recuerdos más
queridos,
mis mejores
primaveras…”
(Tigaray: Sueño de un
emigrante)
Volver…es siempre un bello acto
de amor, porque nada ni nadie regresa a las
vivencias y a los lugares del pasado, si no es por la necesidad de hallar el
feliz reencuentro con los añorados apegos,
que un día quedaran en alguna cuneta de aquel camino que nos viera marchar.
A veces, el camino se hace más
camino cuando se retorna sobre los mismos pasos que nos llevaron lejos…porque a cada paso del regreso, revivimos
nuestra propia andadura en aquellas huellas impresas de la partida. Revivir lo
andado, siempre nos dará una
esclarecedora perspectiva de nosotros mismos, como efímeros caminantes de esta corta
vida…en la que, el caminar… es todo
cuanto da sentido a nuestra propia existencia. Y es que soñar con la vuelta, siempre
será la más noble motivación para iniciar
la partida.
Quienes se aventuran en los
senderos del adiós, principian a convertirse en soñadores del regreso,
anhelantes de volver a ver aquellos remotos pañuelos de la despedida, agitándose
de nuevo, en un jubiloso y hospitalario saludo de bienvenida.
“Por los senderos de vuelta…”; es
el expresivo enunciado, adoptado por el
grupo Tigaray, para celebrar su feliz y plena reincorporación al panorama musical de las islas. Lejos de la
indeterminación poética de la propia oración elegida, la misma encierra toda
una declaración de intenciones, sobre cómo debe entenderse este nuevo y ansiado
acontecimiento musical. Pues de ella, sólo se desprende la emotividad que
siempre acompaña a quien vuelve a encontrarse con algo muy preciado, tras el inexorable
paso del tiempo.
Iniciar el sendero de vuelta, reconociendo las propias huellas reveladoras de una larga andadura de más de 27 años, es una inteligente actitud conciliadora con el pasado, y una rotunda muestra de coherencia consigo mismo. Pero, culminado ese camino de regreso, y abierto ya el equipaje, resulta alentador comprobar que junto al pertrecho de la experiencia, hemos de desembalar una nueva y esperanzadora carga, envuelta en las jóvenes ilusiones de quienes han venido incorporándose en ese viaje hacia el reencuentro.
Iniciar el sendero de vuelta, reconociendo las propias huellas reveladoras de una larga andadura de más de 27 años, es una inteligente actitud conciliadora con el pasado, y una rotunda muestra de coherencia consigo mismo. Pero, culminado ese camino de regreso, y abierto ya el equipaje, resulta alentador comprobar que junto al pertrecho de la experiencia, hemos de desembalar una nueva y esperanzadora carga, envuelta en las jóvenes ilusiones de quienes han venido incorporándose en ese viaje hacia el reencuentro.
(Óleo de D. Eleuterio Garrido; portada del disco "En las raices del alma").
Reencontrarse consigo mismo, es renacer a la íntima verdad que condiciona
nuestra razón de ser, nuestra conciencia
y nuestro proceder como individuos. En el caso de Tigaray, esa íntima verdad, radica en su profundo amor a una tierra, cuyo
rotundo paisaje, eleva a los hombres en su espíritu, engrandeciéndolos en el
orgullo de pertenecer a ese lugar.
Es una verdad que se nos revela
nada mas entrar en el salón de ensayos de esta formación musical, al contemplar
la imponente presencia de un lema enmarcado, cuyos versos, rezan:
“De los riscos de
Tigaiga
salió una voz que
decía:
Aquí nació Tigaray,
que tenga muy larga
vida”.
(Tigaray: D. Agustín Hernández González)
Tigaiga…Tigaray…son dos
ancestrales acepciones fonéticas para referir un lugar y para nombrar una
emoción. Porque nacer, vivir y morir al amparo de las protectoras paredes de
Tigaiga, es como sentirse acunado en el regazo maternal de nuestra infancia,
donde las delicadas manos de la ternura y las caricias, se tornan suave brisa de
bruma y brezal. Y es que Tigaiga, no es simplemente un prodigioso lugar…Tigaiga
es un sentimiento.
Tigaray, asume y encarna ese
sentimiento como una parte indisoluble de si misma, para mostrarlo al mundo, un
lejano día de junio de 1985. Fruto de esa sensibilidad, surge una extensa
producción discográfica, cuyos títulos vienen a corroborar la particular
motivación emocional de este colectivo musical.
“Tigaray”, (1987); “Sueño de un
emigrante”, (1989); “En las raíces del alma”, (1993); “A la sombra de Tigaiga”,
(1996); “Las dos orillas”, (2000); “Veinte años”, (2006)…constituyen en su conjunto, un largo y esforzado periplo en torno a la
figura del hombre y su identificación con la tierra que le vio nacer, aún
cuando el mismo se encuentre muy lejos de ella.
Esta especial y reiterada exaltación
de la figura del ausente, surge como
natural reflejo del entorno poblacional
de Tigaray, tradicionalmente forzado a
una desgarradora emigración a lo largo
de los siglos. Llevar un fraterno mensaje a estos ausentes, ha sido un noble
empeño de Tigaray, a lo largo de su dilatada trayectoria, en la que podemos
destacar su prolongada gira por tierras
venezolanas, su participación en programas televisivos de difusión internacional
como Tenderete y La Bodega de Julián, así como su contribución en eventos de
proyección global como la Expo 92, o la Muestra Internacional de Folklore de
Sestao; Bilbao.
Conscientes y comprometidos en
transmitir este mensaje evocador de su tierra, Tigaray se distingue por una
profusa producción de factura propia, abordando una cuidada temática musical de
carácter costumbrista y tradicionalista, como “Sueño de un emigrante”,
“Tigaiga, paloma blanca”, “Fundidas en un abrazo”, “El Foguetero”, “Folias”,
“Isa a Bentor”, “Seguidillas del pescador”, “Balada del viento de Lanzarote”,
“Aires de Lima” y “Mayo”. Estos brillantes exponentes de creación propia,
constituyen sin lugar a dudas, la
esencia medular de Tigaray, que ha sido recibida y valorada en todos los
rincones de las islas y fuera de ellas.
Junto a este bagaje original,
Tigaray incorpora en su repertorio, otras temáticas musicales provenientes de
la asunción de otras culturas muy cercanas a la nuestra, a través del retorno
de las innumerables generaciones involucradas en las migraciones
históricas de nuestro pueblo.
La conjunción de ambas vertientes musicales, confiere a la trayectoria de Tigaray, el papel de un valioso puente cultural y
sentimental entre las dos orillas atlánticas, y la percepción
de una impronta universalista de
la música como fenómeno solidarizador de
los pueblos.
Nada de toda esta coherencia en
el planteamiento intencional de Tigaray podría llegar a buen término, si no fuera por su solidez y solvencia coral e
instrumental, demostradas a lo largo de tantos años. Desde el punto de vista
musical, creer firmemente en si mismos, ha sido una constante de esta
formación; y ello, se ha traducido en una sonoridad específica que les
distingue de otros colectivos, pese a las lógicas y diversas etapas,
propias de tan larga existencia.
Para esta presente etapa, Tigaray
ha tenido la nobleza y el acierto de otorgar la responsabilidad de la dirección
musical, a la figura de Samuel Fumero, vinculado a la formación musical desde
la infancia por motivos de familiares y de amistad. Y con ello, ha sabido
iniciar un nuevo ciclo de refuerzo
generacional, garante de renovados impulsos, con los que proseguir un
camino emprendido hace ya, algo menos de tres décadas. A la extraordinaria
capacidad y creatividad musical de Samuel, habremos de reconocer su total
implicación en la motivación doctrinaria del grupo, y apreciar el pleno conocimiento
de la evolución del mismo. Con todo ello, la dirección de Samuel Fumero se
constituye en la clave para iniciar esta nueva andadura de Tigaray, calificada
como la del reencuentro con sus propios valores, forjados a través del esfuerzo
y la constancia.
Estos profundos e incuestionables
valores de Tigaray, son los que nos llevan a la personal reflexión de afirmar
que: quien una vez estuvo en Tigaray, lo seguirá estando toda la vida…aunque ya
no esté entre nosotros.
Es Tigaiga…brezo y
bruma en risco altivo.
Tigaiga…
Cuando la muerte me
traiga
la soledad en la
penumbra,
oiré los ecos
perdidos
de mi Tigaray
querido,
que en sus laderas
retumba.
Laderas de mis
Realejos,
donde habrás de
encontrar mi tumba.
(Folias: Tigaray)
Félix
Román Morales Díaz
para
Artistasenred y
para
Etnografía y Folclore.
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