jueves, 19 de abril de 2012

Tigaray: "Por los senderos de vuelta..."




“…Te llevo en el corazón
porque en tus montes y cumbres
dejé ilusiones primeras,
mis recuerdos más queridos,
mis mejores primaveras…”
(Tigaray: Sueño de un emigrante)

Volver…es siempre un bello acto de amor,  porque nada ni nadie regresa a las vivencias y a los lugares del pasado, si no es por la necesidad de hallar el feliz reencuentro con  los añorados apegos, que un día quedaran en alguna cuneta de aquel camino que nos viera marchar.

A veces, el camino se hace más camino cuando se retorna sobre los mismos pasos que nos llevaron  lejos…porque a cada paso del regreso, revivimos nuestra propia andadura en aquellas huellas impresas de la partida. Revivir lo andado, siempre nos dará  una esclarecedora perspectiva de nosotros mismos, como efímeros caminantes de esta corta vida…en la que,  el caminar… es todo cuanto da sentido a nuestra propia existencia. Y es que soñar con la vuelta, siempre será la más noble  motivación para iniciar la partida.

Quienes se aventuran en los senderos del adiós, principian a convertirse en soñadores del regreso, anhelantes de volver a ver aquellos remotos pañuelos de la despedida, agitándose de nuevo, en un jubiloso y hospitalario saludo de bienvenida.
 Los habitantes del norteño lugar de Los Realejos, saben muy bien de este soñar con el día del regreso, porque son un pueblo de eternos trashumantes de caminos hacia otros horizontes de esperanza. Porque desde las ingentes laderas de Tigaiga… desde las profundidades del Barranco de Ruiz…todo se precipita hacia ese  mar de nuevos horizontes, como una fuerza telúrica que arrastra  a sus gentes… a partir…y así empezar a soñar,  con el día del retorno.

“Por los senderos de vuelta…”; es el expresivo enunciado,  adoptado por el grupo Tigaray, para celebrar su feliz y plena reincorporación al  panorama musical de las islas. Lejos de la indeterminación poética de la propia oración elegida, la misma encierra toda una declaración de intenciones, sobre cómo debe entenderse este nuevo y ansiado acontecimiento musical. Pues de ella, sólo se desprende la emotividad que siempre acompaña a quien vuelve a encontrarse con algo muy preciado, tras el inexorable paso del tiempo.

Iniciar el sendero de vuelta, reconociendo las propias huellas  reveladoras de una larga andadura de más de 27 años, es una inteligente actitud conciliadora con el pasado, y una rotunda muestra de coherencia consigo mismo. Pero,  culminado ese camino de regreso,  y abierto ya el equipaje, resulta alentador comprobar que junto al pertrecho de la experiencia, hemos de desembalar una nueva y esperanzadora carga, envuelta en las jóvenes ilusiones de quienes han venido incorporándose en ese viaje hacia el reencuentro.
(Óleo de D. Eleuterio Garrido; portada del disco "En las raices del alma").

Reencontrarse consigo mismo,  es renacer a la íntima verdad que condiciona nuestra razón de ser,  nuestra conciencia y nuestro proceder como individuos. En el caso de Tigaray, esa íntima verdad,  radica en su profundo amor a una tierra, cuyo rotundo paisaje, eleva a los hombres en su espíritu, engrandeciéndolos en el orgullo de pertenecer a ese lugar.

Es una verdad que se nos revela nada mas entrar en el salón de ensayos de esta formación musical, al contemplar la imponente presencia de  un lema  enmarcado, cuyos  versos, rezan:

“De los riscos de Tigaiga
salió una voz que decía:
Aquí nació Tigaray,
que tenga muy larga vida”.
                                                                                (Tigaray: D. Agustín Hernández González)
                                                                                             

Tigaiga…Tigaray…son dos ancestrales acepciones fonéticas para referir un lugar y para nombrar una emoción. Porque nacer, vivir y morir al amparo de las protectoras paredes de Tigaiga, es como sentirse acunado en el regazo maternal de nuestra infancia, donde las delicadas manos de la ternura y las caricias, se tornan suave brisa de bruma y brezal. Y es que Tigaiga, no es simplemente un prodigioso lugar…Tigaiga es un sentimiento.

Tigaray, asume y encarna ese sentimiento como una parte indisoluble de si misma, para mostrarlo al mundo, un lejano día de junio de 1985. Fruto de esa sensibilidad, surge una extensa producción discográfica, cuyos títulos vienen a corroborar la particular motivación emocional de este colectivo musical.

“Tigaray”, (1987); “Sueño de un emigrante”, (1989); “En las raíces del alma”, (1993); “A la sombra de Tigaiga”, (1996); “Las dos orillas”, (2000); “Veinte años”, (2006)…constituyen  en su conjunto,  un largo y esforzado periplo en torno a la figura del hombre y su identificación con la tierra que le vio nacer, aún cuando el mismo se encuentre muy lejos de ella.

Esta especial y reiterada exaltación de la figura del ausente,  surge como natural  reflejo del entorno poblacional de Tigaray,  tradicionalmente forzado a una desgarradora  emigración a lo largo de los siglos. Llevar un fraterno mensaje a estos ausentes, ha sido un noble empeño de Tigaray, a lo largo de su dilatada trayectoria, en la que podemos destacar su  prolongada gira por tierras venezolanas, su participación en programas televisivos de difusión internacional como Tenderete y La Bodega de Julián, así como su contribución en eventos de proyección global como la Expo 92, o la Muestra Internacional de Folklore de Sestao; Bilbao.

Conscientes y comprometidos en transmitir este mensaje evocador de su tierra, Tigaray se distingue por una profusa producción de factura propia, abordando una cuidada temática musical de carácter costumbrista y tradicionalista, como “Sueño de un emigrante”, “Tigaiga, paloma blanca”, “Fundidas en un abrazo”, “El Foguetero”, “Folias”, “Isa a Bentor”, “Seguidillas del pescador”, “Balada del viento de Lanzarote”, “Aires de Lima” y “Mayo”. Estos brillantes exponentes de creación propia, constituyen sin lugar a dudas,  la esencia medular de Tigaray, que ha sido recibida y valorada en todos los rincones de las islas y fuera de ellas.
Junto a este bagaje original, Tigaray incorpora en su repertorio, otras temáticas musicales provenientes de la asunción de otras culturas muy cercanas a la nuestra, a través del retorno de  las innumerables  generaciones involucradas en las migraciones históricas de nuestro pueblo.

La conjunción  de ambas vertientes musicales,  confiere a la trayectoria de Tigaray,  el papel de un valioso puente cultural y sentimental entre las dos orillas atlánticas, y la  percepción  de una  impronta universalista de la música como fenómeno solidarizador  de los pueblos.

Nada de toda esta coherencia en el  planteamiento intencional de Tigaray  podría llegar a buen término, si no fuera  por su solidez y solvencia coral e instrumental, demostradas a lo largo de tantos años. Desde el punto de vista musical, creer firmemente en si mismos, ha sido una constante de esta formación; y ello, se ha traducido en una sonoridad específica que les distingue de otros colectivos, pese a las lógicas y diversas  etapas,  propias de tan larga existencia.
Para esta presente etapa, Tigaray ha tenido la nobleza y el acierto de otorgar la responsabilidad de la dirección musical, a la figura de Samuel Fumero, vinculado a la formación musical desde la infancia por motivos de familiares y de amistad. Y con ello, ha sabido iniciar  un nuevo ciclo de refuerzo generacional,  garante de  renovados impulsos, con los que proseguir un camino emprendido hace ya, algo menos de tres décadas. A la extraordinaria capacidad y creatividad musical de Samuel, habremos de reconocer su total implicación en la motivación doctrinaria del grupo, y apreciar el pleno conocimiento de la evolución del mismo. Con todo ello, la dirección de Samuel Fumero se constituye en la clave para iniciar esta nueva andadura de Tigaray, calificada como la del reencuentro con sus propios valores, forjados a través del esfuerzo y la constancia.

Estos profundos e incuestionables valores de Tigaray, son los que nos llevan a la personal reflexión de afirmar que: quien una vez estuvo en Tigaray, lo seguirá estando toda la vida…aunque ya no esté entre nosotros.

Es Tigaiga…brezo y bruma en risco altivo.
Tigaiga…
Cuando la muerte me traiga
la soledad en la penumbra,
oiré los ecos perdidos
de mi Tigaray querido,
que en sus laderas retumba.
Laderas de mis Realejos,
donde habrás de encontrar mi tumba.
(Folias: Tigaray)




Félix Román Morales Díaz
para Artistasenred y
para Etnografía y Folclore.

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