El
aire se serena y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas,
cuando suena la música “estremada”,
por
vuestra sabia mano gobernada...
Con
esta alegórica visión plástica y pictórica de la música,
comienza la Oda III a Francisco Salinas, donde Fray Luis de León,
habla de la luz y el aire de la música. Porque la música sin
aire…no sería nada. Es el aire quien propaga y expande el sonido
vibrante de unas cuerdas frotadas, o el relámpago sonoro del pulsar
de un arpegio. Es ese mismo aire quién se proyecta y constriñe a
través de un tubo, para hacer del viento algo sublime.
Dominar
el aire es dominar el espacio. Es delimitar un mundo intangible a
través de la geometría, practicando perforaciones precisas en
planos envolventes, por donde penetra la luz. Y es que el espacio
existe gracias a la luz. Aire y luz son la sustancia que hacen
posible el espacio...y con ello, hacen posible la Arquitectura.
Música y Arquitectura son consecuencia de un mismo impulso creativo, materializado a través de la sabiduría y la pericia en el dominio de la luz y del aire, como conformadoras del espacio.
Cabría
preguntarse cuándo ese determinado impulso creativo en la música o
en la arquitectura son una obra de Arte. Louis Kahn, en un artículo
publicado en The Voice of America de 1960, expresó: "Un pintor
puede pintar las ruedas de un cañón cuadradas para expresar la
inutilidad de la guerra. Un escultor también puede esculpir
cuadradas las mismas ruedas. Pero un arquitecto debe usar ruedas
circulares. Aunque la pintura y la escultura jueguen un papel
espléndido en el campo de la arquitectura, no obedecen a la misma
disciplina". Con esta afirmación categórica, Kahn habla de una
especificidad propia de la arquitectura, diferente de la de la
pintura o la escultura.
Esa
misma especificidad relativa a la “utilidad” se propicia también
en la música, y muy especialmente en los instrumentos que la hacen
posible.
Y
como una verdadera Obra de Arte, en estos días ha llegado a mis
manos un prodigio cuyo nombre es Alishea. Y al verla...al tocarla,
distingo de forma palpable y audible todo cuanto me ha llevado a
reflexionar anteriormente.
Y
es que Alishea florece en aquel impulso creador de grandes
arquitectos como Frank Gehry, Peter Eisenman, Zaja Hadid… Enric
Miralles, para hacer de su específica utilidad musical, un objeto
bello...una obra de arte... única.
Nada de este fenómeno estético podría propiciarse sin la pericia y el saber que ofrece la permanente inquietud de su creador: David Sánchez León. Porque David ha llegado, en su insigne y noble oficio de lutier, a un lugar más allá de cualquier expectativa razonable. Al sólido conocimiento como artesano de aquellas posibilidades que puede ofrecerle cualquier material...a su habilidad para transformarlos, se une una natural inquietud y curiosidad por todo cuanto le rodea. Por todo cuanto pueda ser asumible y trasladable a su permanente pasión creativa.
Al
contemplar a Alishea, me vienen a la memoria los tiempos de
estudiante de arquitectura, y recuerdo aquella conocida clasificación
que Paul Valery, en su Eupalinos, hace de las obras de
arquitectura:"edificios mudos, edificios que hablan y edificios
que cantan. Pues para que canten, los edificios deben estar bien
concebidos, bien afinados".
Y
por seguir recordando, me sobrevienen aquellas reflexiones de Hans
Hollein en su manifiesto “Todo es Arquitectura,” publicado en
abril de 1968. Porque, con ejemplos como Alishea, las definiciones
limitadas y tradicionales de la Arquitectura han perdido su validez,
en beneficio de ser entendida como un medio para materializar los
anhelos, emociones y sentimientos del hombre, motivados por sus
propias necesidades vitales y sus más sublimes deseos.
Alishea
es un claro exponente de ese sublime deseo, gestado en el alma de
David Sanchez León y anidado en el corazón de todos cuantos la
contemplan y tienen la inmensa dicha de escuchar.
Al
acariciarla y tocarla; (algo torpemente); me siento afortunado por
atesorar un objeto único que me sobrevivirá en el tiempo...porque
es una Obra de Arte. Y por ello, se cierne sobre mi conciencia un
sentimiento de responsabilidad en perpetuar su existencia más allá
de la mía, la cual es efímera e intrascendente.
Después de todo, estas palabras no son sino las simples reflexiones de un viejo arquitecto e inexperto aprendiz de luthier, persuadido por la amistad y la admiración a su Maestro, y porque el mismo le ha llevado a comprender que... Todo es Arquitectura.
(P.D. No es lo mismo un viejo arquitecto que un arquitecto viejo...aunque en mi caso...también).
Félix Román Morales
para ARTISTASENRED.