sábado, 26 de marzo de 2011

Boleros… hasta la eternidad. Alejandro C. Moreno y Marrero / Pancho Delgado / Sergio Núñez





“Me desprecias porque sabes que te quiero,

me rechazas por amarte demasiado.

No comprendes que por ti estoy sufriendo

y que tengo el corazón hecho pedazos”

(“Desdén” Alejandro Moreno Marrero

para Iván Montesdeoca ).

Quién no guarda en su corazón un retazo de bolero como aquel que atesora un mágico conjuro que da sentido emocional a su vida.

Quién no ha experimentado el extraño sortilegio de acometer el más sentimental tarareo, tan pronto como se desata en el aire los primeros acordes y el primer verso de un bolero.

Y sin embargo…aún siendo tan cercano a nosotros; aún cuando su huella perdura a través del tiempo …¡que poco sabemos del bolero!

Porque el bolero, concebido como una expresión íntima de los sentimientos personales, trasciende desde esa individualidad, para constituirse en la representación común del cómo sentimos los latinos el universo de las emociones románticas. Su imperturbable presencia en nuestras vidas, ha calado mucho en nuestro ser individual y colectivo, hasta convertirse en un sello compartido de identidad patrimonial en el extenso conjunto de pueblos a un lado y otro del Atlántico.

Situar el origen del bolero… es una tarea ardua y comprometida.

Una notable mayoría de estudiosos se inclinan por situar los comienzos del género bolerístico en el Santiago de Cuba de 1883, a partir de la aparición del tema “Me entristeces mujer” del insigne padre de la trova tradicional cubana, Pepe Sánchez, fundador del popular quinteto Trovadores Santiagueros, y coetáneo de ilustres músicos y compositores como Rosendo Ruiz, Manuel Corona, Alberto Villalón, así como del célebre Sindo Garay; figura trascendental en la precoz formación autodidacta de Pepe Sánchez.

“Me entristeces mujer” o “Tristezas”, como también es conocido por haberse registrado bajo éste último título, viene siendo considerado por la mayoría de autores como la referencia más precisa en el origen del bolero, por cuanto aparece por primera vez, y de forma pentagramática, el inicio de un género musical cantable con temática conversacional; formato que coincide plenamente con el bolero criollo tradicional, cuyo desarrollo y evolución terminará por incorporar, de manera inseparable, la componente danzaria, tan característica de este genero musical.

“ Tristezas me dan tus quejas mujer

profundo dolor que dudes de mi

no hay prueba de amor que deje entrever

cuanto sufro y padezco por ti”

(Pepe Sánchez 1883)

No obstante, existen otras líneas de investigación que atribuyen la procedencia del bolero, al danzón cubano, atendiendo a la similitud rítmica y al emparejamiento en el baile. (Alejo Carpentier). Pero, dicha supuesta afinidad en el ritmo, difiere perceptiblemente de la cadencia característica del bolero, además del contraste entre la multiplicidad temática del danzón, frente a la especificidad romántica de las letras bolerísticas, estrechamente vinculadas siempre a su estructura melódica.

Por otra parte, si convenimos en reconocer la fecha de 1879 como la más comúnmente aceptada para fijar el origen del danzón en la región de Matanzas, y mantenemos la hipótesis apuntada anteriormente, de localizar el origen del bolero en torno a 1883; la relativa proximidad de ambas fechas, dificulta la comprensión de la referida vinculación evolutiva entre ambos géneros musicales.

Debido a este conflicto temporal, algunos autores se han definido por aquella línea de indagación encaminada a encuadrar el origen del bolero en fechas muy anteriores a la de 1883. Así, algunos estudiosos afirman haber hallado sus umbrales en la Cuba de alrededor de 1792, al constatar la existencia de determinadas canciones donde se aprecian ciertas similitudes temáticas y músicales con el género del bolero, que fueron extensamente popularizadas por trovadores de la época, como Nicolás Capouya y Javier Cunha.

Otros autores, quizás los más osados a nuestro juicio, han pretendido ir más remotamente en el tiempo, propiciando un planteamiento de asignar como antecedentes del bolero, aquellas danzas ligeras europeas del siglo XVIII, emparentadas con las seguidillas, que tradicionalmente se acompañaban de guitarra, castañuelas y tamboril. Muy probablemente, tal tendencia provenga de la denominación recogida en el Diccionario de Uso del Español de Maria Moliner, donde el término bolero se atribuye a un “aire español para cantar y danzar, en compás ternario, y de movimientos reposados y elegantes”. De esta danza también se constata la reseña histórica de su autoría en la figura del bailarín Sebastián Lorenzo Cerezo, hacia 1780.

Evidentemente dicha danza, nada tiene que ver, a nuestro criterio, con el bolero latinoamericano de compás binario y de estructura melódica estrechamente vinculada a la letra.

Aún menos riguroso resulta la hipótesis de buscar tal génesis en la danza de raíz gitana denominada “volero”, cuyo acompañamiento además de la guitarra, solían ser las palmas y la caja de percusión. Tal coincidencia fonética no nos debería llevar a confusión, pues en nada concuerda su expresión rítmica y danzaria con las específicas peculiaridades de aquel bolero criollo concebido e impulsado por destacados y competentes precursores como Maria Teresa Vera, Gonzalo Riog, Ernesto Lecuona o Eusebio Delfín.

Todo nos lleva a aseverar que es en Cuba, y en toda su irradiación sobre el área del gran Caribe, donde se fragua el nacimiento del bolero como entidad musical identificable y reconocible a través de las innegables afinidades con otros elementos rítmicos y compositivos de la región. Sean aquellas primeras canciones troveras, o aquellas contradanzas del folclore cubano del siglo XIX, o bien sean el danzón … la habanera, el posteriormente incorporado cinquillo…sea cual fuere su origen, el bolero emanó desde aquel trópico, para fluir generosamente desde Yucatán a la Patagonia.

Y es que, esta mencionada región yucateca, contribuirá grandemente en la gestación y consolidación del bolero latinoamericano a partir de la evolución de la habanera cubana y de la popular aceptación de determinadas canciones del lugar como “La Paloma”. Todo ello derivó en la danza mexicana de inconfundible cadencia, pero, cuya rítmica se aproximaba bastante a la medida del bolero. Desde el punto de vista formal, la más perceptible e inmediata contribución al bolero, fue la introducción del rasgueado de la guitarra en combinación con el tradicional punteo de acompañamiento.

Pero será a partir de 1919 con el bolero “Morenita mía” de Armando Villarreal Lozano, cuando la influencia musical mexicana emerja con toda la potencialidad melódica y la creatividad, de la que dieran buena muestra trascendentales figuras como Augusto Cárdenas, José Alfredo Jiménez, Juán Arvizu, Alfonso Ortiz, José Mujica, Pedro Vargas y Agustín Lara. A éste último se le atribuye la fijación de la estructura “clasica” del bolero, consistente en 32 compases divididos en dos partes de 16 compases, ejecutados en tono menor para el primer bloque, y en tono mayor para el segundo. Entre ambos bloques tradicionalmente se incorpora un pasaje instrumental, que se ha venido en denominar “pasacalle”.

Con todo ello, será en el espacio temporal comprendido entre las décadas de los años 20 y 30 cuando el bolero adquiera su verdadera dimensión trasnacional, erigiéndose en el común referente musical del sentir romántico latinoamericano.

El primer bolero con repercusión y difusión internacional fue “Aquellos ojos verdes”, del cubano Nilo Menéndez, con letra del poeta Adolfo Utrera, motivado por el feliz enamoramiento del primero con la bella hermana de éste último. Su primera grabación registrada fue efectuada por el propio Nilo Menéndez y Adolfo Utrera como solista, teniendo de acompañamiento al piano nada menos que a Ernesto Lecuona.

Esta amplificación territorial y popularización del bolero, grandemente motivada por la incipiente emergencia de los medios de comunicación radiofónica y por la expansión de grabaciones en soportes de vinilo, traerá consigo la fusión e incorporación de otras influencias musicales, que producirán diversos matices y variantes en el género.

Aparecerá así el bolero-son, impulsado fundamentalmente por el Sexteto Habanero y el Trío Matamoros, sobre el año 1927, en cuya estructura puede apreciarse un inicio lento con cadencia de bolero para luego pasar al trepidante ritmo del son. Algunos autores sostienen que la componente bailable del bolero proviene de esta combinación.

Pero esta consideración del bolero como elemento musical preferente para el baile, tendrá su definitiva consolidación a partir de la década de los 40, donde otros géneros como el son y el danzón quedaran en cierta medida relegados por el auge bolerístico.

Es en esta década cuando aflora un conjunto de extraordinarios músicos como Osvaldo Farrés, Bobby Collado e Isolina Carillo, autora de “Dos Gardenias”, y fundadora del emblemático grupo Siboney, al que también pertenecerían destacadísimas estrellas como Olga Guillot y Celia Cruz.

Son de este periodo, imperecederos temas como “Toda una vida”, “Acércate más”, “Quizás, quizás”, “Con tres palabras”, “La última noche”…interpretadas por inolvidables figuras como Benny Moré, Rolando la Serie, Blanca Rosa Gil, La Lupe o Nelo Sosa.

Es también en esta época cuando el bolero experimenta una transformación evolutiva respecto al acompañamiento instrumental, pasándose de la configuración clásica compuesta por un trío de cuerdas y percusión, al nacimiento de las primeras “orquestas tropicales”; que con posterioridad, darían paso a formaciones musicales de envergadura sinfónica. En contraste con este proceso, surge con extraordinaria fuerza el Trío Los Panchos, que introducirán la variabilidad vocal e incorporarán el acompañamiento instrumental del requinto, implantando así una innovadora expresividad al bolero, del que muchas otras formaciones tomarán clara referencia.

Junto a este resurgimiento y transformación de los tríos vocales e instrumentales, germina y prolifera el gran número de formaciones orquestales comentado anteriormente, donde la tendencia a la incorporación de intérpretes femeninas, dará lugar al gran elenco de inmortales estrellas del bolero, como Celia Cruz, Olga Guillot, Blanca Rosa Gil, Gina León, Celeste Mendoza, Amelita Frades, Berta Dupuy, Olga Choren, Olga Rivero, Paulina Alvarez, Rita Gil, Elena Burke…etc.

Será durante esta Época de Oro del Bolero Cubano cuando emerja la tendencia del “feeling”, consistente en enfatizar los aspectos sentimentales y emocionales del bolero, a través de la introducción de una mayor riqueza y amplitud de acordes en la melodía y una cuidada calidad poética de las letras.

Sin embargo, a nuestro juicio, esta influencia del feeling en el bolero, consagrará su plenitud gracias al aporte de los extraordinarios compositores mexicanos. Representativos de tal tendencia, son los inolvidables “ La Gloria eres tu” de José Antonio Méndez, “Contigo en la distancia” de Cesar Portillo, “Tu me acostumbraste” de Lucho Gatica, y cualquiera de los extraordinarios boleros del prodigioso Armando Manzanero.

Esta inclinación hacia la exacerbación de lo sentimental y lo emocional va a derivar en el surgimiento de la balada romántica, como fenómeno de estandarización de las expresiones musicales amorosas en el ámbito hispanoamericano, que se traducirá en unas estructuras melódicas, cadencias, matices y temática, afines a una forma común de sentir lo romántico.

Si analizamos todo este proceso evolutivo del bolero a lo largo de más de doscientos años, comprenderemos que su pervivencia en el tiempo y su pujante vigencia, no puede ser producto de la casualidad. Obedece sin duda a un hondo arraigamiento en la cultura popular de los pueblos hispanoamericanos.

Algunos autores, con bastante rigor, sostienen que dicha impronta cultural emana de la aceptación popular de los postulados estéticos establecidos en el movimiento literario modernista hispanoamericano, surgido en las postrimerías del siglo XIX, en fechas muy coincidentes con la génesis del bolero.

La inseparabilidad de letra y melodía en el bolero, es un hecho irrefutable, que distingue a este género de cualquier otro. Ello se demuestra cuando continuamente comprobamos que la permanencia en la memoria popular de las melodías bolerísticas obedecen a su inseparable vinculación con la letra. Basta enunciar un primer verso de cualquier letra de bolero para que el oyente sea capaz de reconstruir su diseño melódico y logre desarrollar toda su estructura musical. De hecho, esta estrecha conjunción de letra y música, resulta claramente intencionada cuando apreciamos que gran parte de estos mismos boleros toman como título identificativo el primer verso emblemático de su letra.

Aceptando así el intrínseco valor de la letra en el género del bolero, podríamos llegar a entender su lógica correlación literaria con el movimiento modernista, por cuanto ambos fenómenos nacen y se desarrollan en el mismo espacio temporal, y en tanto las letras del bolero contienen un sinnúmero de recursos poéticos de profunda solidez literaria.

Aun cuando el discurso genérico del bolero se limita y constriñe de manera recurrente en torno al sentimiento amoroso, en contraposición a la multiplicidad temática de la literatura modernista, y aún cuando tal reiterada referencia al amor, pudiera indicar que el mismo no terminó de romper con el romanticismo literario anterior; la profusa riqueza lingüística y la desbordante aparición de nuevos vocablos y expresiones en sus letras, disipa cualquier duda sobre la naturaleza literaria modernista del bolero. Podría decirse que el bolero tan sólo mantiene su relación con el movimiento romántico por su referencia al amor, siendo por ello romántico en su actitud y modernista en su estilo.

Un último aspecto viene a corroborar la concomitancia entre el bolero y el movimiento modernista hispanoamericano de finales del XIX, surgido como contraposición a la literatura romántica de procedencia europea. Nos referimos al intencionado alejamiento del modernismo de toda referencia regionalista, tan característica en el romanticismo literario anterior. El modernismo traerá una nueva visión integradora de un mundo sin fronteras ni limitaciones estéticas, que repercutirá directamente en la universalidad discursiva del bolero.

Este intrínseco carácter universalista del bolero propiciará una imparable expansión transcontinental a partir de los años cuarenta.

Pero en el ámbito de nuestras islas Canarias,no habrá que esperar hasta la llegada de esa década dorada del bolero. Pues aquí, nuestra estrecha y ancestral vinculación cultural y afectiva con Latinoamérica, a través de múltiples generaciones en permanente trasiego migratorio, nos llevará a asumir el bolero, desde sus orígenes, como un elemento consustancial más de nuestra idiosincrasia, formando incluso parte de esa génesis, al comprobar que algunos de esos mismos precursores del bolero criollo cubano, fueron de procedencia canaria.

Prueba de ese natural enraizamiento, es la plena vigencia del bolero en el cancionero popular de la islas, extensamente abordado por multitud de interpretes y formaciones musicales a lo largo de nuestra historia. Y mayor muestra de satisfacción y orgullo, es poder corroborar en la actualidad, que tal arraigo bolerístico ha llegado a producir un espléndido y entusiasta elenco de jóvenes compositores e intérpretes del bolero.

Abordaremos para esta ocasión, tres rutilantes ejemplos muy destacables por su frenética actividad, y por tener la virtud de saberse rodear de extraordinarios músicos, que en la medida de lo posible mencionaremos, en la voluntad de analizar someramente el espléndido panorama de la música romántica en nuestras Islas.

Alejandro C. Moreno y Marrero.

Es el autor de los hermosos versos con los que hemos iniciado estas líneas, pertenecientes a su bolero “Desdén”; maravillosa obra maestra compuesta para el extraordinario cantante grancanario Iván Montedeoca. Tal es la capacidad de Alejandro, que antes de que este artículo salga a la luz, ya ha culminado otra bellísima composición bolerística titulada “Anoche”, para el portentoso interprete tinerfeño Goyo Tavío.

Alejandro Moreno es esencialmente un hombre culto, entendiéndose tal calificación no sólo como un consecuente atributo debido a su amplia formación académica y universitaria, sino más bien, por su imparable inquietud participativa en cuantos eventos culturales se prodigan en nuestras Islas.

Incansable investigador y riguroso etnógrafo, canaliza sus extraordinarias aptitudes literarias a través de una inagotable lista de ensayos, estudios, poemas y artículos, que difunde generosamente por las más diversas tertulias y foros de opinión consagrados a nuestra cultura.

En el orden musical, su pertenencia a una de las familias del norte grancanario con mayor arraigo en esta materia, le llevó a dar los primeros pasos en su formación, ingresando en las Escuelas Municipales de Música de Gáldar y de Santa Maria de Guía, donde distinguidos músicos de nuestro entorno, como Javier Cerpa y Víctor Batista, le iniciaron en la adquisición de un portentoso bagaje de conocimientos de piano, guitarra clásica, armonía jazzística y composición musical.

Aún cuando su vida transita todavía por el estadío de la juventud, su producción musical abarca ya más de medio centenar de bellas composiciones de exquisita armonía melódica, a las que hay que añadir la excelente poética de sus letras.

Estas aptitudes le han llevado a ser reconocido como uno de nuestros más destacados autores en el panorama musical de las Islas.

En Alejandro Moreno, habita todo un compendio de recursos musicales de raíz y tradición folclórica tanto Canaria como Latinoamericana, pero se le reconoce esencialmente como un compositor bolerista clásico, cuya maestría y conocimientos le permiten hacer sorprendentes y prodigiosas incursiones a formatos de corte más próximos en el tiempo, como el feeling, el jazzeado...etc.

Prueba de esta dualidad en los géneros folclórico y romántico; muy frecuente en los autores de nuestras Islas; es su producción discográfica. Así, su primera grabación, en el año 2007, titulada “Bolero Latin Jazz”, nos ofrece una buena muestra de esta maestría y versatilidad frente al bolero, amén de sorprendernos con su excelente capacidad vocal y virtuosismo pianístico. En contraste con esta primera entrega, y como ejemplo de la mencionada dualidad musical inherente en su trayectoria, aparece en el año 2009 una nueva entrega discográfica bajo la denominación “Alejandro C. Moreno y Marrero canta a Argentina”, donde su titulo prácticamente lo dice todo, pues realiza un periplo musical a lo largo y ancho de las ricas y diversas expresiones folclóricas de ese entrañable rincón americano.

Entre los eventos más recientes en los que se ha suscitado la mención de su autoría, destaca la presentación en estreno de algunas de sus obras en el programa televisivo Tenderete de TVE, a cargo del cantante Iván Montesdeoca y el pianista Rayko León, así como la muestra de alguno de sus temas en el Festival del Bolero de Almeria, protagonizada por el excelente cantante Alexis Miranda acompañado del genial Pancho Delgado, del que hablaremos seguidamente.

Pancho Delgado; (Francisco Delgado García).

Pancho Delgado es la personificación de la sensibilidad que alimenta toda desbordada pasión por la música. Tal pasión le ha llevado a erigirse como sólido compositor y arreglista, amén de su faceta como instrumentista magistral y diligente productor musical.

De formación totalmente autodidacta, ha sido su denodada y persistente entrega al mundo musical lo que le ha encumbrado a su indiscutible categoría de maestro.

Porque Pancho inicia su andadura a la muy temprana edad de 7 años, abrazando un timple con el que principió su formación musical, en la bella localidad costera de Los Cristianos; Tenerife. Más tarde, ya en la adolescencia, halla en la guitarra el mejor vehículo para expresar las melodías que envolvieron aquella tierna juventud, donde los aires tradicionales de las Islas y Latinoamérica, conformaban el marco perfecto para el desarrollo de lo que, algo más tarde, le convertiría en uno de los máximos representantes isleños de la música romántica de nuestros días.

Serán esos aires latinoamericanos los que le lleven a descubrir el requinto, cuyo extraordinario y perfecto dominio le consagrarán como instrumentista de cuerda consumado, colaborando en las grabaciones de una impresionante relación de grandes artistas como Mestisay, José Vélez, Chago Melián, Parranda de Cantadores, Rafael Basurto, Enrique Cáceres, Alma de Bolero, Jóvenes Cantadores, Los Huaracheros, Isabel González…etc.

Tal es la capacidad de Pancho Delgado, que esa colaboración instrumental de los inicios comenzó a simultanearse con la creación de arreglos musicales para gran parte de esas mismas figuras con las que venía colaborando, a las que se le fueron sumando otras tantas como Parranda de Cantadores, Voz 6, Cuba Nova, Olga Cerpa (Mestisay), Chago Melián (Atlántico Canta), Jóvenes Cantadores, México en 4, Los Huaracheros, Sergio Núñez, Alexis Miranda…etc.

El paso de esta faceta de arreglista musical a su consolidación como brillante compositor, ha sido el lógico proceso natural de quien los dioses han bendecido con un incansable espíritu creativo desarrollado a lo largo de una extensa trayectoria en el mundo de la música. Porque Pancho Delgado, aún siendo muy reciente su inicio en esta faceta como compositor, casi lo ha escrito todo. Las composiciones para José Manuel Ramos, Marlene, Edgar Tena, Laurence Walls, Jóvenes Cantadores, Sergio Núñez, Raquel Zozaya, Shay, Chago Melián, Isabel González, Parranda de Cantadoresson un brillante y generoso tributo a la melodía romántica que engrandece el panoram

a musical de las Islas, y un aporte apreciable en el espejo sentimental y emocional donde nos venimos reconociendo los latinos a lo largo de nuestra historia; cuya evolución ha venido marcada por la constante discursiva del bolero.

Será esta veneración a la figura del bolero la que mueva a Pancho Delgado a introducirse en la producción discográfica de espléndidas grabaciones como “Alma de Bolero”, del trío del mismo nombre, así como en la promoción de espectáculos como “Noches de Bolero”, que lleva camino de convertirse en un referente punto de encuentro de este género.

Otro de estos espectáculos con exaltada presencia de la figura del bolero es “Canciones de Amor”, en el que Sergio Núñez, del que hablaremos a

continuación, despliega con total solvencia, la intencionalidad romántica y sentimental puesta por Pancho Delgado en las composiciones, arreglos y dirección de este espectáculo gestado en la voluntad de materializarse en un magnífico disco.

Sergio Núñez

Almeriense de lujo y canario de corazón , Sergio Núñez ha venido a imponer con su impronta personal y vocal, una calidez interpretativa cautivadora, que encumbra a la balada romántica y al bolero al justo lugar que le corresponde como sublime expresión musical del sentimiento amoroso latino.

Su extraordinaria versatilidad tonal, imprime a sus interpretaciones de un cromatismo melódico muy personal, que le ha llevado al clamoroso reconocimiento general de pertenecer a ese selecto grupo de artistas representativos de la canción romántico-latina contemporánea.

La vinculación de Sergio Núñez en el ámbito canario obedece a la lógica afinidad del género y temática musical que desarrolla, con la idiosincrasia impresa en la cultura tradicional del isleño, debido a su estrecha relación con Latinoamérica, que ha propiciado su plena integración afectiva y profesional en este archipiélago. Fruto de esa vinculación es su permanente participación en las más diversas actuaciones y espectáculos que se desarrollan en las Islas, colaborando con reconocidas figuras de nuestro entorno, como Chago Melián, Nauzet, Idayra Trujillo, José Manuel Ramos, Alba…etc.

Su alta formación musical, motiva que a menudo sea invitado a colaborar en interesantes proyectos discográficos con otros grandes intérpretes como Maguey, Salteños, Maria José Cámara y Beatriz Alonso Quartet.

La clamorosa ovación desatada en la presentación oficial su espectáculo “Canciones de Amor”, en un abarrotado Teatro Leal de La Laguna; Tenerife; junto a José Manuel Ramos, Pancho Delgado, Maria José Cámara e Idayra Trujillo, es otro exponente más de la confluencia y sintonía de este gran artista con el público de las Islas.

Con “Canciones de Amor”, Sergio Núñez ha recorrido algunos de los teatros más importantes de España, México y Cuba. Y ya trabaja en su gira por México , donde compartirá escenario con algunos artistas de renombre internacional del país Azteca.

Sergio Núñez participó como invitado en representación de España, en el Festival Internacional Boleros de Oro de La Habana, Cuba. Actúo en el Teatro América, donde estuvo acompañado por la orquesta de la RTV Cubana, y donde tanto crítica como público coincidieron en destacar su gran calidad vocal y la fuerza de su directo. Otros también fueron los escenarios cubanos que pudieron disfrutar del buen hacer musical del artista; Gato Tuerto, Sant Jones, Dos Gardenias y Teatro Mella.

En la Habana inicia el proyecto benéfico Musica y Sonrisas, donde ofrece conciertos íntimos para los estudiantes de música de la escuela de Quivican. El gobierno cubano invita a Sergio Núñez a continuar con este proyecto por las escuelas de música de Cuba, donde compaginará la presencia educativa, con la presentación de su espectáculo “Canciones de amor” en los teatros de las ciudades que visita.

"Noches de Bolero" ha sido otra de las citas importantes de Sergio Núñez en esta última temporada. En el marco incomparable de la playa de Los Cristianos en Tenerife, Sergio participó de un espectáculo elegante y romántico, rodeado de grandes artistas

La presencia de Sergio Núñez, a menudo ha sido requerida como protagonista para reconocidos medios de Canarias, Andalucia, México y Cuba. Pero su próxima cita musical será en Tenerife, su tierra de adopción.


Hasta aquí hemos intentado desarrollar el grandioso pasado e inmediato presente del bolero. Su futuro…fluirá mientras el amor siga anidando en el corazón de los hombres y mujeres…porque ese es el único sentimiento que sustentará para siempre nuestra condición humana…y porque siempre encontraremos un bolero que nos acompañe hacia esa eternidad.

Félix Román Morales

para Artistasenred

y Etnografía y Folclore.

No hay comentarios:

Publicar un comentario