viernes, 25 de mayo de 2018

TODO ES ARQUITECTURA




El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena la música “estremada”,
por vuestra sabia mano gobernada...

Con esta alegórica visión plástica y pictórica de la música, comienza la Oda III a Francisco Salinas, donde Fray Luis de León, habla de la luz y el aire de la música. Porque la música sin aire…no sería nada. Es el aire quien propaga y expande el sonido vibrante de unas cuerdas frotadas, o el relámpago sonoro del pulsar de un arpegio. Es ese mismo aire quién se proyecta y constriñe a través de un tubo, para hacer del viento algo sublime.


Dominar el aire es dominar el espacio. Es delimitar un mundo intangible a través de la geometría, practicando perforaciones precisas en planos envolventes, por donde penetra la luz. Y es que el espacio existe gracias a la luz. Aire y luz son la sustancia que hacen posible el espacio...y con ello, hacen posible la Arquitectura.




Música y Arquitectura son consecuencia de un mismo impulso creativo, materializado a través de la sabiduría y la pericia en el dominio de la luz y del aire, como conformadoras del espacio.


Cabría preguntarse cuándo ese determinado impulso creativo en la música o en la arquitectura son una obra de Arte. Louis Kahn, en un artículo publicado en The Voice of America de 1960, expresó: "Un pintor puede pintar las ruedas de un cañón cuadradas para expresar la inutilidad de la guerra. Un escultor también puede esculpir cuadradas las mismas ruedas. Pero un arquitecto debe usar ruedas circulares. Aunque la pintura y la escultura jueguen un papel espléndido en el campo de la arquitectura, no obedecen a la misma disciplina". Con esta afirmación categórica, Kahn habla de una especificidad propia de la arquitectura, diferente de la de la pintura o la escultura.

Esa misma especificidad relativa a la “utilidad” se propicia también en la música, y muy especialmente en los instrumentos que la hacen posible.


Y como una verdadera Obra de Arte, en estos días ha llegado a mis manos un prodigio cuyo nombre es Alishea. Y al verla...al tocarla, distingo de forma palpable y audible todo cuanto me ha llevado a reflexionar anteriormente.

Y es que Alishea florece en aquel impulso creador de grandes arquitectos como Frank Gehry, Peter Eisenman, Zaja Hadid… Enric Miralles, para hacer de su específica utilidad musical, un objeto bello...una obra de arte... única.



Nada de este fenómeno estético podría propiciarse sin la pericia y el saber que ofrece la permanente inquietud de su creador: David Sánchez León. Porque David ha llegado, en su insigne y noble oficio de lutier, a un lugar más allá de cualquier expectativa razonable. Al sólido conocimiento como artesano de aquellas posibilidades que puede ofrecerle cualquier material...a su habilidad para transformarlos, se une una natural inquietud y curiosidad por todo cuanto le rodea. Por todo cuanto pueda ser asumible y trasladable a su permanente pasión creativa.


Al contemplar a Alishea, me vienen a la memoria los tiempos de estudiante de arquitectura, y recuerdo aquella conocida clasificación que Paul Valery, en su Eupalinos, hace de las obras de arquitectura:"edificios mudos, edificios que hablan y edificios que cantan. Pues para que canten, los edificios deben estar bien concebidos, bien afinados".


Y por seguir recordando, me sobrevienen aquellas reflexiones de Hans Hollein en su manifiesto “Todo es Arquitectura,” publicado en abril de 1968. Porque, con ejemplos como Alishea, las definiciones limitadas y tradicionales de la Arquitectura han perdido su validez, en beneficio de ser entendida como un medio para materializar los anhelos, emociones y sentimientos del hombre, motivados por sus propias necesidades vitales y sus más sublimes deseos.

Alishea es un claro exponente de ese sublime deseo, gestado en el alma de David Sanchez León y anidado en el corazón de todos cuantos la contemplan y tienen la inmensa dicha de escuchar.
Al acariciarla y tocarla; (algo torpemente); me siento afortunado por atesorar un objeto único que me sobrevivirá en el tiempo...porque es una Obra de Arte. Y por ello, se cierne sobre mi conciencia un sentimiento de responsabilidad en perpetuar su existencia más allá de la mía, la cual es efímera e intrascendente.

Después de todo, estas palabras no son sino las simples reflexiones de un viejo arquitecto e inexperto aprendiz de luthier, persuadido por la amistad y la admiración a su Maestro, y porque el mismo le ha llevado a comprender que... Todo es Arquitectura.


(P.D. No es lo mismo un viejo arquitecto que un arquitecto viejo...aunque en mi caso...también).

Félix Román Morales
para ARTISTASENRED.



No hay comentarios:

Publicar un comentario